Mensaje de Monseñor Martín Fassi para el Día de la Independencia de la República Argentina

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Homilía de la Misa por la Vida
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9 de julio celebramos el Día de la Patria; Patria nos habla de nuestros padres, de aquellos que forjaron esta Nación para que nosotros podamos hoy vivir en este suelo argentino, padres y madres; no pensemos solamente en aquellos que salen de los libros de historia, en los próceres, sino en tantos otros que no conocemos, que trabajaron con sus manos para que este suelo sea habitable, para que nosotros hoy podamos ser Nación.
Una Nación es aquello que nos define como pueblo. Parecería que hoy estamos en un tiempo en el que necesitamos encontrarnos como pueblo, recibirnos los unos a los otros; parecería que hoy nuestra identidad está más en conformar unos grupos que confrontan con otros; necesitamos recibirnos los unos a los otros.
Nos respetamos, decimos que queremos respetarnos en nuestras diferencias pero nos está costando mucho, encontrar lo que tenemos en común.
El bien común es lo que va construyendo una nación, y nos va dando identidad como nación.
Hoy también estamos desafiados a valorar el don de la Vida, porque una nación, un pueblo, se identifica por su capacidad de acoger la Vida para reconocer que la Vida es un don, y poder recibir la Vida como viene, porque la Vida es un don, no es un problema.
Es verdad que la circunstancias en que muchas veces viene la Vida, viene con problemas, y poder asumir esos problemas, y buscar en conjunto una solución nos ayuda a darnos cuenta cuanto valoramos el don de la Vida.
Nadie como los pobres sabe recibir la Vida porque la ven como un don, después asumen los problemas, pero siempre reciben la Vida incondicionalmente como un don.
Hoy nosotros queremos sumarnos a la causa de la Vida; pero la Vida tiene un rostro y tiene un nombre, la Vida no es algo anónimo. De qué vale embanderarnos, defendiendo la Vida si después, en el día a día, no le ponemos rostro, no le ponemos nombre a esa Vida que viene a mí para que sea recibida.
Entonces, podemos darnos cuenta, que esa Vida que viene hacia mí, es un lugar donde podemos encontrarnos.
Vamos a confiarle una vez más a María la causa de la Vida, ella que la lleva en su seno y ya la tiene en sus manos.