Orientaciones de nuestro Obispo Oscar para vivir con intensidad esta Cuaresma

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En la Cuaresma nos detenemos frente a la palabra de Dios. El profeta Isaías en el capítulo 58 nos dice: “El ayuno que yo quiero es esto: partir tu pan con el hambriento, dar hospedaje a los que no tienen techo, vestir al desnudo, no despreciar la carne de los hermanos, entonces, brillará tu luz como la aurora y tu carne brotará sana”.

Qué maravilloso este efecto hasta corporal, esta repercusión somática del gran bien de la caridad que el Profeta pone como mirando nuestra vida llena de luz, nuestra vida llena de gozo por la caridad. La Cuaresma nos invita a mirar de un modo nuevo a nuestro hermano.

El Papa en la Pastoral de Cuaresma pone delante nuestro el Evangelio del rico y del pobre Lázaro y nos recuerda: “Tu hermano no es invisible, no podemos hacerlo invisible, tu hermano es un don”. Si mi hermano no tiene dignidad yo tampoco puedo ser feliz, yo me pierdo el don de mi hermano, y si me pierdo el don de mi hermano dejo de ser yo mismo.

La Cuaresma es esa invitación a mirar a mi hermano y a mirar también con él, tocar mi propia pobreza, salir y convertirme de corazón.

“Brillará tu luz como la aurora y tu carne brotará sana”. La Cuaresma nos invita a limpiar nuestros pecados para poder mirar con claridad las necesidades del prójimo. Este es el ayuno que yo quiero, poder mirar a los ojos el rostro de los hermanos que sufren y poder servirlos de corazón, ver a Cristo en ellos.

También la Cuaresma nos invita a mirar la palabra de Dios. En el mismo Evangelio que cita el Santo Padre, se le dice al rico cuando cae en ese abismo de distancia que lo separa del pobre en el otro mundo se le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas que los escuchen” estamos a tiempo para poder detenernos frente a la palabra de Dios, para poder confrontarla con nuestra vida.

Pidamos al Señor que la Cuaresma sea este tiempo fecundo de reencuentro; reencuentro hondo conmigo mismo, con mi hermano, con esta realidad del mundo concreto en el que vivo y sobre todo, reencuentro con la misericordia de Dios a través de su palabra.

Entonces brillará nuestra luz como la aurora y nuestra carne brotará sana.

Que el Señor nos bendiga y que vivamos una honda Cuaresma para vivir una gozosa Pascua.

¡Qué Dios los bendiga!