Mensaje de Monseñor Ojea para el Domingo de la Ascensión del Señor

Celebrar y orar en tiempo de pandemia | Solemnidad de la Ascensión del Señor.
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Celebrar y orar en tiempo de pandemia | Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.
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MENSAJE DE MONSEÑOR OJEA PARA EL DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

“Hoy celebramos la Ascensión del Señor al cielo. Jesús vuelve a su casa de donde había salido, a la casa del Padre, en realidad no es un lugar el cielo “sube al cielo”, decimos cielo pero no es un lugar, es la intimidad de Dios, vuelve a la intimidad de Dios, pero no vuelve del mismo modo sino que vuelve con su cuerpo glorioso, con su cuerpo resucitado y allí el Padre cada vez que ve a Jesús nos ve a nosotros, cada vez que ve las llagas de Jesús, ve nuestros sufrimientos, en realidad Jesús ha unido el cielo con la tierra.
A sus apóstoles le dice que vayan a predicar, Él no se separa de nosotros, sino que el espíritu de Jesús guiará a la Iglesia en ese ir. Son dos partidas: Él se va al padre y él le pide a la Iglesia que vaya que salga asistida por ese espíritu.

Por celebrar hoy la ida de Jesús al Padre, en el que comunica dos mundos el cielo y la tierra, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

Queremos felicitar a nuestros periodistas que tienen la noble tarea de acercarnos a la realidad de este mundo globalizado, que tienen la noble tarea de contarnos la verdad, y le pedimos al Señor que no caigan en la tentación de estar focalizados solamente en aquellas noticias que nos dividen, que nos separan, que nos lastiman, sino que sepan rescatar, especialmente en este tiempo de pandemia, historias de extraordinaria nobleza y capacidad de servicio que nuestro pueblo demuestra en los centros de salud y en nuestros comedores. Le pedimos al señor que los bendiga especialmente en este día que Dios los bendiga y nos bendiga a todos nosotros viviendo este momento tan difícil, pensemos: cuando el Padre recibió a Jesús lo recibe con sus llagas y al mirar sus llagas, mira nosotros, nos acompaña de cerca, nunca nos deja. El Señor está siempre y no se borra nunca”.