Ordenación de Raúl Pizarro

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El viernes 26 por la noche, se celebró en el colegio Marín la ordenación episcopal de Monseñor Raúl Pizarro, quien fue nombrado por el Papa Francisco Obispo auxiliar de la Diócesis de San Isidro.

En una celebración que se desarrolló en el gimnasio Juan Pablo ll del Colegio Marín con los cuidados sanitarios correspondientes, Monseñor Ojea presidió la Ordenación Episcopal del nuevo Obispo.

Estuvieron presentes Obispos de otras Diócesis; (mons. Jorge Vázquez, mons. José Luis Baliña, mons. Martin Fassi, mons. Ricardo Faifer, mons. Martin Fassi, mons. Jorge Eduardo Sheinig, mons. Oscar Minarro, mons. Fernando Maletti y mons. Pedro Laxague. Concurrió también el Dr. Gustavo Posse y representantes de los gobiernos municipales del área diocesana; religiosas y las comunidades de las parroquias Nuestra Señora de Itatí, Perpetuo Socorro y Santa Rita, y los familiares y amigos del neo-Obispo. La celebración fue transmitida por YouTube para poder unirse quienes no pudieron asistir por las medidas de precaución sanitarias.

Se realizó previamente el juramento canónico. Fueron co-consagrantes mons. Guillermo Caride, Obispo auxiliar de la Diócesis de San Isidro, y mons. Casaretto, Obispo emérito de la Diócesis.

En su homilía, mons. Ojea se refirió al Evangelio del cual mons. Pizarro extrajo su lema: “Apacienta mis ovejas”, diciendo que "hay 3 momentos claves en la vida de Pedro en los que él recibe la mirada de Jesús”, la primera nos asegura el Obispo es que "Jesús lo miró y le dijo tú te llamarás Cefas, que traducido significa piedra. Lo llamó, ese llamado vocacional que has vivido tanto en tu vida ; es el primer llamado, es la vocación que hemos experimentado tantos”.

Refiriéndose a la segunda mirada de Jesús a Pedro, monseñor Ojea dice que “es en la casa del sumo sacerdote, cuando Jesús va a entregar su vida; en el Evangelio de Lucas se nos dice que Jesús se dio vuelta y miró a Pedro, y que Pedro recordó las palabras de Jesús: "antes que cante el gallo me habrás negado tres veces”; allí en esa mirada de misericordia, Pedro descubre al verdadero Jesús, se encuentra la misericordia de él con su pecado, con nuestro pecado”.

“Finalmente me imagino en este último diálogo, después de la resurrección, Jesús pregunta sobre el amor, es la primera vez en el Evangelio” expresa monseñor Ojea, que continúa diciendo “aquí es cuando uno hace esta pregunta: si me querés, si me amás; tiene que mirar para hacer esa pregunta, tiene que haberlo mirada, en esta mirada en la que expresa la verdad de la misión: apacienta mis ovejas”.

Hacia el final de su mensaje, mons. Ojea dirigiéndose a mons. Pizarro expresó " En este compromiso nuevo con la Iglesia, a la que vas a amar de un modo nuevo, con la que te vas a comprometer de un modo nuevo, te deseamos de todo corazón que puedas apacentar a tus ovejas con alegría; como dice el Santo Padre en Evangelii Gaudium: "que puedas vivir la alegría el estar cerca de la vida de la gente”; que sepas que allí se encuentra el motivo de un gozo superior, dentro de lo que es la misión que abarca tanto la pasión por Jesús, como la pasión por su pueblo” , y continuó diciendo “Que puedas ser feliz entre tus ovejas en el apacentarlas y que vayas creciendo cada día más en el amor a esta iglesia de Cristo que es hermosísima, bellísima, pero que muchas veces nos aparece desfigurada, difícil, compleja por nuestros pecados”.

El Obispo invitó a toda la Diócesis a acompañar con la oración la misión del nuevo Obispo.

Luego de recorrer el salón, bendiciendo al pueblo presente, junto a mons. Martín Fassi y a mons. Eduardo Scheinig, mons. Pizarro compartió su mensaje en clave de acción de gracias, en el que expresó que “elegí mi lema episcopal, “Apacienta a mis ovejas”, palabras que resuenan en mí con mucha fuerza, ellas me evocan el amor de Jesús que me sostiene y me envía a los suyos. Es un amor lúcido que conoce mis debilidades y pecados, y que aún así me elige y me envía. Es un amor que brota de la relación personal y la intimidad con Jesús”, y continuó diciendo que "Me siento especialmente atraído y enviado, a llevar el amor de Jesús a los demás, a cuidar, a consolar, acompañar a guiar a las ovejas en su nombre”.

Mons. Pizarro finalizó su mensaje diciendo "Le pido a la Virgen de Luján. Que me ayude servir, alabar y dar gloria a Dios con esta misión que se me encomienda. Y le pido a Dios que nunca me falte su gracia y su misericordia”.