Mensaje de monseñor Fassi para el 25 de mayo

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25 de mayo celebramos la Patria, celebramos uno de los hitos en los que como pueblo comenzamos un proceso de búsqueda de emancipación y de construcción de la Nación.

Como rezamos en esa oración muy conocida: “queremos ser Nación”, una Nación cuya identidad sea la verdad y el compromiso del bien común, la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común.

En esta pasión necesitamos siempre encontrarnos, porque la Nación es un bien que hemos recibido de nuestros mayores, pero también siempre será un proceso a construir, una realidad a construir y esta construcción se hace a través del encuentro, del diálogo, de todos aquellos valores que nos van llevando a la convivencia de paz.

¿Quién no desea vivir estos valores de la Patria que se van construyendo a través de la memoria, de la verdad, de la justicia?

Son valores que nos ayudan a encontrarnos; pero encontrarnos no es fácil porque la pasión por la verdad, justamente ahí ponemos tanta pasión, que es también importante poder tener en cuenta, hacia donde queremos ir en esa búsqueda apasionada de la verdad.

El encuentro entre diversas miradas de la verdad, diversas expresiones de la verdad, de lo que cada uno cree, implica en nosotros una búsqueda común y por lo tanto, un esfuerzo por el encuentro.

Siempre esta búsqueda se da a través del conflicto que implica el encuentro de diversidades.

Jesús nos dice: “Tengan paz. Felices los que trabajan por la paz”; la paz es siempre algo a construir.

Quisiera dejarles en este sentido, unas palabras de la Alegría del Evangelio de nuestro Papa Francisco, que nos ayudan a reflexionar, a pensar, a conducirnos a un modo de actuar: “se hace posible desarrollar una comunión en las diferencias, que sólo pueden facilitar esas grandes personas que se animan a ir más allá de la superficie conflictiva y miran a los demás en su dignidad más profunda. Por eso hace falta postular un principio que es indispensable para construir la amistad social: la unidad es superior al conflicto. La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna.”.[i]

Los invito a profundizar esta reflexión que nos deja Papa Francisco para ver cómo podemos llevarlas a la acción, trabajar esto.

Jesús nos dice: “Felices los que trabajan por la paz”, nosotros le decimos: Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos.

 

[i] EG 228.