Ayer celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de María

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El Obispo Oscar Ojea presidió la misa en la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que tuvo lugar ayer al aire libre, en la costanera ubicada en el centro del Partido de Tigre; fueron concelebrantes Raúl Pizarro, Obispo auxiliar y el pbro. José Luis Quijano, Párroco de la parroquia Inmaculada Concepción de ese mismo Partido.

El Obispo comenzó señalando las consecuencias provocadas por la pandemia como así también “la desigualdad que ha desnudado de un modo particular la pandemia: hay una parte del mundo que está vacunado, y otra parte del mundo que no”, y agregó que “el mundo es interdependiente, entonces, las cosas no se terminan, si no se arreglan para todos”.

“Todo esto, lo ponemos delante de esta mujer maravillosa, de quien Dios se enamoró” expresó Ojea que luego expresó que “la eligió como camino para poder venir a este mundo; y María tuvo miedo, como miedo tenemos nosotros, porque no sabemos cómo van a ser las cosas”, sin embargo “ella no solamente acepta, sino que tiende un puente hacia el futuro; ese Hijo es un puente hacia el futuro, por eso ella es la Madre de la esperanza”.

“En los momentos más difíciles, y en el más difícil de todos cuando a los pies de la cruz, parece que todo defrauda, parece que todas las palabras han sido mentiras, ahí la Virgen de pie, nos enseña a tener esperanza, por eso la Resurrección es verdaderamente primero para ella”, afirmó el Obispo.

Ojea continuó su mensaje preguntando “¿cómo se hace para tener esperanza en medio de la dificultad?” para luego responder que para ello se requiere capacidad de escucha y que “María escuchaba al Señor, escuchaba la realidad y contemplaba y por eso la paciencia; por eso hoy más que nunca tenemos que mirarla a ella que es la elegida de Dios”.

“Vamos a pedirle a María, en esta Eucaristía, que nos mire; la mirada de la Virgen es la mirada de la ternura, ella nos quiere como somos, ama nuestra realidad” dijo Ojea, y continuó “cuando nos mira la Virgen recuperamos dignidad, no nos sentimos rechazados, al sentirnos queridos, nos sentimos dignos de ser hijos de Dios, hermanos de Jesús, nos sentimos dignos de ser personas humanas, rescatadas por el amor de Dios”.

Hacia el final de su homilía, el Obispo aseguró que “la mirada de la Virgen nos hace hermanos; alrededor de la Madre podemos sentarnos a la mesa, podemos reconocernos, porque la Madre busca nuestra unidad”, y continuó diciendo “por eso nos ponemos delante de la mirada de nuestra Madre purísima, de quien el Señor se enamoró y le pedimos que nos mire con su ternura, con esa mirada que nos hace dignos; con la mirada que nos hace hermanos”.
Finalmente, Ojea invitó a dejarse mirar por María “para tener esperanza, para no sufrir en un momento difícil y para ayudar a sostenernos mutuamente, en un mundo que nos presenta en este momento muchísimas dificultades”.

Luego de la misa, se realizó la Procesión Náutica a Tigre, una tradición litúrgica que se celebra hace 72 años, y que reúne a gran cantidad de fieles de nuestra Iglesia.