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El Papa Francisco nos hablado reiteradas veces acerca de la cultura del descarte. En la última Encíclica que nos ha regalado, nos dice que nuestro trato es utilitario, que nos falta gratuidad y que la cultura del descarte se aplica a todo nivel: a los más pobres; a los migrantes; a los ancianos; a los discapacitados, y qué decir del niño por nacer en su estado de total desprotección.

Una sociedad se define por la mirada que tiene hacia el más vulnerable, el más pobre y el más indefenso; esto es lo que caracteriza y sella la dignidad de un pueblo y de una cultura.

Decía San Pablo VI que cuando hay problemas y conflictos grandes en un embarazo no deseado, no se trata de segar la fuente de la vida, sino de ampliar el lugar en la mesa de los que son llamados a la vida, para que quepan todos. Este es un llamado a la generosidad del alma de los pueblos también, para recibir a todos los que son llamados y no a algunos, excluyendo a otros, porque esto es descarte.

Le pedimos a los Legisladores antes de votar, un segundo de reflexión frente a lo que significa el respeto a la vida; y tantas personas que van a ser privadas de la luz y que pueden enriquecer nuestro mundo y llenarnos de esperanza.

Usemos este silencio, pidiendo verdaderamente al Señor la luz para todos aquellos que tienen la responsabilidad en este momento.

Que Dios los bendiga.

Monseñor Oscar Ojea
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina
Obispo de la Diócesis de San Isidro