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El sábado 10 de agosto se realizó – en el colegio Santa Teresita ubicado en el barrio de Florida-, el Primer Encuentro diocesano de Jóvenes organizado por la Pastoral diocesana de la Juventud, dirigido a jóvenes referentes de parroquias y movimientos de nuestra Diócesis.

250 participantes dieron vida a esta convocatoria destinada a poner en práctica la escucha de unos a otros, para poder transmitir desde la Iglesia un mensaje actual de evangelización.

Compartimos una síntesis de la homilía de monseñor Ojea de la misa realizada al finalizar el encuentro:

Refiriéndose al Encuentro, monseñor Ojea comenzó su homilía señalando que: “La intención del Encuentro es que la Iglesia escuche a los jóvenes, y toda la Iglesia, a través de quienes la representan”, y continuó diciendo: “Jesús los escuchó durante todo el día, le trajeron la experiencia que ustedes tienen del encuentro con Jesús, sus búsquedas, sus sueños, sus preocupaciones, sus dificultades, y luego también sus opciones, sus compromisos concretos con las tensiones que eso puede generar, todo eso fue escuchado por Jesús”.
“Él te ama, Él murió por vos y Él vive”, expresó el Obispo, parafraseando las palabras del Papa Francisco, el capítulo 4to. de la Carta a los jóvenes, y continuó: “Después de decirles: “Ustedes no son el futuro, ustedes son el ahora”.
“Cuanta soledad tenemos en los jóvenes, cuantos problemas con los viejos; cuántos problemas que tienen que ver con la distancia, la incomprensión; falta de escucha; aislamiento; lejanía de todo tipo” dijo monseñor Ojea en su reflexión, luego remarcó que: “Nosotros tenemos ese privilegio por la fe, de saber que Él nos ama. Nuestra misión es poder comunicar que el Señor nos ama singularmente, a cada uno, cada historia, cada persona; cada vez que nace un niño comienza una historia única, irrepetible” señaló el Obispo”.
Monseñor Ojea también expresó que: “Tenemos la alegría de llevarle a nuestros hermanos la buena noticia, este Evangelio; no tengas miedo, tenemos que hacer un mundo nuevo, distinto, esto no camina más, tenemos que empezar despacito, a hablar entre nosotros, cómo podemos cambiar hábitos, estilos de vida, con paciencia, con serenidad, para crear la cultura del cuidado, de la ternura, de la delicadeza”
Al finalizar su homilía el Obispo dijo: “Gracias por lo que han traído, ayúdennos a los más viejos, a los más grandes, a los de otra generación a que nunca envejezcamos por dentro, a que nunca nos tome la esclerosis del corazón, del alma, sino que podamos recibir de Jesús joven y de ustedes, esta actualización del Evangelio que estamos buscando”.