Reflexión de monseñor Oscar para el tiempo de Adviento

La Pastoral Juventud de la Diócesis invita a misionar en esta Navidad
30 noviembre, 2017
Boletín Diocesano Diciembre/2017
1 diciembre, 2017

Queridos hermanos, amigos, comenzamos un nuevo tiempo en la Iglesia, un tiempo fuerte que es el tiempo de Adviento.
Adviento quiere decir “venida”, “visita”; en griego se dice “Parusía” y en latín, “Adventus”, de allí “Adviento”; Nosotros necesitamos esa venida, y la saludamos.
En los Salmos de este tiempo, aparece la necesidad que tiene la humanidad de recibir la visita de Dios; nuestra alma es como un desierto, necesitamos su riego, y así lo va a cantar el profeta Isaías, este próximo domingo, el primero de Adviento: “Si rasgaras el cielo y pudieras venir, realmente los montes se derretirían”, es todo el deseo del alma de recibir a Dios.
Para recibirlo, tenemos que saber esperarlo y por eso el Evangelio nos invita a estar atentos, a la vigilancia, nos habla de un señor que se fue de viaje, deja a sus siervos y deja al portero para que lo espere; este Evangelio nos enseña a estar siempre en vela, que la venida del Señor no nos sorprenda, sino que estemos preparando esa venida, como se prepara el amor.
Una visita se prepara con tiempo, con paciencia, no todo está ordenado, tenemos que saber esperar; el pecado, no, el pecado irrumpe, el pecado no es prolijo, el pecado no prepara, el amor sí, el amor sabe preparar una visita.
Nosotros comenzamos este tiempo, preparando esta visita de Dios, los vínculos de nuestra vida, revisamos ¿qué estamos haciendo con nuestra vida?; ¿qué sentido le damos, hacia dónde vamos?; ¿cuáles son nuestras verdaderas necesidades?; ¿cómo estamos viviendo nuestra vida comunitaria?; ¿cómo estamos vinculándonos con los demás?; ¿cómo los estamos sirviendo?; ¿cómo es nuestro modo de tratarlos?; ¿cómo es nuestro modo de ver a Cristo?, en los hermanos que realmente lo necesitan; es el deseo de reencausar la vida preparando esa visita, reordenándola, por eso la insistencia del Evangelio: hay que velar y vigilar, para que esa venida no nos sorprenda.
Sin embargo Dios siempre nos sorprende; Dios es una sorpresa, una novedad, el Señor va a llegar. Lo tremendo sería sorprendernos y pensar: “Uy, viene otra vez”, ¿qué voy a hacer?, no tengo nada, otra vez lo mismo”.
Tenemos que dejarnos sorprender, para transformar nuestra vida. Somos frágiles pero tenemos en el fondo algo muy profundo que el Señor ama, el Señor preparó su viaje, preparó su visita, viene de lejos, viene desde el corazón del Padre; tratemos de reordenar nuestra vida y aprendamos a esperar.
Tengamos paciencia con nosotros mismos, con nuestros seres queridos, con nuestro país y sabremos cómo hacer que Dios pueda transformar, cada rincón de nuestro corazón, en este tiempo fértil.
¡Qué Dios los bendiga y que vivamos un buen Adviento, una buena visita de nuestro Dios!