Carta de un hombre de 39 años, policía.

Carta de una mujer de 48 años, catequista.
26 noviembre, 2019
Carta de una mujer de 48 años, catequista.
26 noviembre, 2019

Carta de un hombre de 39 años, policía:

“Ven Espíritu Santo…” En de día de hoy que conmemoramos la memoria de nuestro santo patrono San Isidro Labrador, creo oportuno de orar por nuestra diócesis. Pedir por nuestros obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y todas personas que consagrando su vida al servicio de los hermanos necesitados en conocer a Dios y encontrarse con su misericordia.

Así de esta manera en comunión con el Santo Padre el Papa Francisco quien invita A PARTIR MOTU PROPRIO MILITIS LUDEX DOMINUS IESUS y en su Exhortación Apostólica Post-Sinodal “Amoris Laetitia” (La alegría del amor) todo el trabajo se enfoca en abrir un Camino de Esperanza para todas aquellas personas que viviendo una situación irregular en el matrimonio puedan ser llamados por la misericordia de Dios a querer caminar por este camino de regreso “a la casa del Padre”. Y en este camino me prendo aferrándome del fleco del manto del Señor que pasa por mi vida a través de una de sus hijas “la monjita de clausura”. De esta manera se inicia en mi alma un caminar mirando el horizonte volviendo a los capítulos iniciales de mi vida como adulto, donde ciertamente quedaron puertas abiertas tanto en mi vida como en la de Mariana y quizás también en muchas personas que compartíamos ese presente que fueron factores importantes y decisivos en el destino de nuestras vidas. ¡Pero que bueno es el Señor! porque al invitarme a transitar por este camino, me cruzo con personas maravillosas llenas del poder de Dios para SERVIR EN EL AMOR y me permitieron encontrar con esas puertas y poder cerrarla.

Lo primero que salió del interior de mi corazón cuando me notificaron de la sentencia fue “DIOS HACE NUEVAS TODAS LAS COSAS”. Feliz de encontrarme con mi Iglesia madre que abraza a unas de las ovejas perdidas, y me integra al cuerpo único de nuestro amado Señor Jesús. Doy gracias de corazón a mi acompañante de Camino de Esperanza y a los abogados y jueces del tribunal, quienes fueron la cara visible en este proceso de nulidad, y a todas las personas que no son visible y que forman parte de este equipo de trabajo. Comprometiéndome a dar gracias y rezar a Dios por ustedes, por los frutos abundante y duradero del trabajo que con tanto amor realizan. Me pongo a su plena disposición, los abrazo en Jesús y en María nuestra Sra. de Lujan.

Buenos aires, 15 de mayo de 2019